viernes, 27 de marzo de 2015

Ángel de la ciudad

Ángel de la ciudad, oh Ángel de la ciudad
Apresurado andas pues debes trabajar
Sobre dos ruedas te deslizas por la ciudad,
y sobre el asfalto debes andar

 Ángel de la ciudad, oh Ángel de la ciudad
¿a qué centro comercial iras hoy?
Miles de rostros debes ver, miles de clientes debes atender
¿Qué será lo que hoy haga de tu nota su bemol?
¿A casa un dulce?, ¿un chocolate?, ¿o un juguete al pequeño llevar?
Ángel de la ciudad, oh Ángel de la ciudad
Quien en su espalda  las crisis debe soportar

Ángel de la ciudad, oh Ángel de la ciudad
Que aquella fatídica noche tus alas se mojaron y nadie las cubrió
Y  por esa razón tu fe en mi sucumbió
Ángel de la ciudad, oh Ángel de la ciudad
Que tienes un cuerpo de acero forjado en un gimnasio de dos cincuenta
Que sobre calles empedradas tus pies suaves y blancos se dañan
Trabajas tan arduo y tan duro que ni de la hora te das cuenta
¿no sabes acaso que hay lugares donde se te extraña?

Ángel de la ciudad, oh Ángel de la ciudad
Que bajaste desde los cielos
Que  vives en este mundo lleno de celos
Ángel de la ciudad, oh Ángel de la ciudad
Te esfuerzas día a día para el pan llevar
A iluminar un hogar lleno de corazones quebrantados
Enfrentando los pesares que debes sobre llevar
Y sin embargo esperanza nos has sembrado

Ángel de la ciudad, oh Ángel de la ciudad
Vuelas tan alto y andas tan rápido
Ojala Dios te hubiera dado un par de gotas mas de piedad
pues yo ya no te puedo alcanzar.



sábado, 21 de marzo de 2015

En alguna parte…

La fe (del latín fides) es la seguridad o confianza en una persona, cosa, deidad, opinión, doctrinas o enseñanzas de una religión.  También puede definirse como la creencia que no está sustentada en pruebas, además de la seguridad producto en algún grado de una promesa.

Me desperté en una madrugada cálida sudando en frío. El sol aun no aparecía en el horizonte me senté en la cama y limpié mi frente húmeda con el brazo en ese momento me preparaba para mi travesía.
Faith mi compañera de viaje llegó minutos más tarde; sus grandes ojos grises me miraban mientras yo terminaba de hacer mi equipaje. Su cara era bondadosa y su cabello negro enmarcando una cara redonda y blanca.
Era la única que había atendido mi llamado pues todos decían que mi viaje era innecesario, inútil y que estaba destinado al fracaso.  Yo no escuche a nadie a veces mientras hacia mi maleta sentía que estaba perdiendo fuerza sin embargo Faith tomo mi mano y preguntándome me miro -¿vale la pena esto?- en un suspiro conteste –lo vale-
Sur
Primero te fui a buscar al sur donde estaba el desierto. Era imponente, grandioso y magnificente nunca había visto tanto espacio agreste, seco y deshabitado. Caminamos arduamente sintiendo la arena caliente bajo los pies, administramos el agua mejor de lo que pudimos para que no escaseara.
Una tormenta de arena se aproximaba avanzando hacia nosotros. Pensé en cambiar nuestro rumbo sin embargo comencé  escuchar un sonido lejano, poco a poco lo comencé a identificar me era muy familiar. Faith me miraba con sorpresa y me decía -¿qué ocurre?- a lo que solo conteste –es su voz-.
Era tu voz la que escuchaba y comencé a correr ya que provenía de la tormenta. Corrí y corrí hasta adentrarme, Faith iba detrás de mí y vi como su cabello se agitaba con la fuerza del viento. Cubrimos nuestro rostro para poder caminar dentro de la tormenta, la arena nos penetraba los ojos y oídos pero aun así nos desistíamos. Camine avanzando lentamente y Faith se sujetaba de mi hombro para tratar de seguirme el paso.
Aun bajo el sonido ensordecedor de la tormenta escuchaba tu voz sabía que eras tú y que estabas allí. Caminamos por horas y el agotamiento se sentía la tormenta no me dejaba avanzar. Faith me halo de la camisa y me dijo -ella no está aquí- y muy a mi pesar solo escuche como se desvanecía tu voz en el viento de esa tormenta la cual no pude vencer. Finalmente me di por vencido  en el sur no te encontré.

Oeste
Nos dirigimos al oeste en nuestra travesía en el sur perdimos algunos pertrechos sin embargo en un pequeño mercado de beduinos pudimos comprar algunas cosas con las monedas de oro que tenía.
Llegamos al gran llano del oeste, donde solo había vegetación seca y algunos árboles. Todo era plano sin montañas, sin laderas, sin ríos sin esperanza.
Comenzamos a caminar sin un rumbo fijo tratando de hallar algún indicio tuyo sin embargo nada aparecía. Algunos momentos más tarde encontré huellas y por el tamaño supuse que eran tuyas. Antes de seguirlas Faith me preguntó -¿vale la pena? Y yo conteste firmemente –lo vale-.
Sin abandonarme ella me siguió mientras yo analizaba las marcas. Eran del tamaño de tus pies y sabía que de una u otra manera eran tuyas. Comenzó una lluvia y empezó a humedecer toda la pampa mire a Faith y le dije –el rastro, se va a perder-. Me esforcé por no perder el rastro sin embargo llegó un momento en que ya no podía ver tus huellas. Regresé para retomar la ruta que supuse habías tomado pero se estaba perdiendo con la lluvia.
Entre en pánico rasque la tierra y el pasto para no perder las marcas sin embargo la lluvia comenzó a inundar el valle desesperado grité pero solo vi como mis manos se hundían en el agua y el rastro se perdía para siempre. Faith preocupada me miró.
Después de caminar por senderos encharcados caminamos hasta sentarnos debajo de un árbol. Faith con su cabello enmarañado me miro –creo que hoy no es uno de los días en que puedo decir que luzco de maravilla- se me escapo una pequeña sonrisa y ella me golpeo levemente en el brazo.
Me percate de que estábamos junto a unas vías del tren, estaba atardeciendo y el cielo se veía naranja. Contemplábamos una naturaleza silenciosa y sentimos como el agua de la lluvia se evaporaba formando neblina.
De repente escuchamos el silbato de un tren. Faith se levantó y me dijo -mira ese tren va con dirección al este, podemos treparnos- -vamos levántate-. Yo un poco renuente la miré y le dije –-cómo puedes querer correr- y ella me dijo -debes tener fe mi amigo-.
Nos preparamos para saltar el tren, ella corrió primero y se trepo por unas escalerillas yo le avente nuestras maletas y corrí -¡vamos¡- me grito y corrí con toda mi alma. El recuerdo de tu sonrisa me hizo corre más fuerte como nunca lo había hecho y logre treparme. En el oeste tampoco te encontré.



Este
El tren avanzo sin detenerse ante nada ni nadie pareciera que estaba dirigido por los latidos de mi corazón. Avanzaba la maquina la rigurosa, implacable, indetenible. Sentía en ella el poder de la creencia.
Comenzamos a ver zona costera. Se sentía la brisa del mar y podíamos ver las olas a lo lejos estrellándose en rocas y algunas llegando suavemente a la costa. El tren bajó el ritmo y pudimos saltar para caminar hacia la costa.
Estaba ahí el vasto mar enorme, azul, limpio y arrogante. Dentro del mar vimos unas antiguas estructuras metálicas, eran altas y esbeltas. Oxidadas por el tiempo eran como pequeñas cabañas de metal distribuidas como alfileres en un gran alfiletero azul.
Había un viejo bote en la orilla del mar y Faith y yo lo abordamos. Remé mientras ella buscaba con su mirada algún indicio que indicara si estabas ahí. –Mira- me dijo -¿qué es eso que se mueve?- alcance a ver una silueta obscura que se movía rápidamente. Era tu sombra ¿cómo olvidarla?. Faith giró su cabeza y mirándome me dijo –será difícil alcanzarla ¿vale la pena?- seriamente le dije –lo vale-. Remé lo más fuerte que pude y ella me indicó que tu sombra se había metido en la ventana de una de las estructuras.
Acerqué el bote a uno de los pilares e inmediatamente escalé la vieja y oxidada estructura mientras Faith amarraba el bote. Subí hasta llegar a la parte alta, entre al espacio olía a sal y humedad había goteras. Revisé cada rincón del espacio pero no estabas allí.  
Minutos después Faith subió mientras yo me encontraba sentado en el suelo lamentándome por no poderte encontrar.
Faith se sentó  al  lado mío y me abrazo. Sabías que el camino sería difícil amigo mío y que hallarle no te sería nada fácil. ¿Por qué cuesta tanto amiga? ¿por qué? Ella mirándome con su dulce rostro solo me contestó -porque en la vida siempre tendremos búsquedas para hallar las respuestas- la vida es un camino al aprendizaje, a la sabiduría-. Mis ojos cristalinos se resistían a llorar y Faith prosiguiendo me dijo – observa esta ruinas, es lo que quedó de los esfuerzos de otras personas que fracasaron en su búsqueda y trataron de sobrevivir con una voluntad endeble perdiendo la fe-.
Medite en lo que Faith me decía ella se levantó y mirando la ventana me alertó –diantres amigo se acerca una tormenta- rápidamente me levante y miré vi a la distancia densos nubarrones combinándose formando una masa negra que disparaba terrible relámpagos. -¿cómo escaparemos de esa moustrocidad?- pregunté y Faith me dijo -para esto me he preparado amigo mío-.
De su maleta sacó rápidamente unas telas ligeras y rápidamente las desdobló, -tenemos que subir al techo, ayúdame con las varillas- me dijo.  Rápidamente desplegamos las telas ligeras y desdoblando las varillas armamos un papalote gigante. No podía creerlo y conmocionado le pregunte -¿vamos a poder volar con eso?- Hay mi amigo los chinos hace muchos lo hacían para volar y ver el campamento del enemigo. Este será para escapar de aquí. Sentía como vientos fuertes provenían de la tormenta y amarrándome de la cintura me pregunto -¿estás listo?- y yo incrédulo le conteste –creo que si- , -muy bien y contando a la de tres nos abalanzamos al vacio, -una, dos y treeees-. Cerré los ojos cayendo libremente sentí como el aire nos impulsaba hacia arriba la tela ligera del papalote se inflaba y volábamos, simplemente volábamos.
Sentí el aire acariciarme la cara me hizo recordar tus manos suaves y como las ponías en mi cara al sentir mi sonrisa. Pude recordar cuando me trasmitías amor al solo tocarme. En el este no te encontrabas pero te sentí cerca.
Norte
Podía ver la sombra del papalote avanzar sobre pinos, rocas y nieve. Surcábamos el aire pero se hacía pesado y debíamos descender.
Aterrizamos y decidimos caminar. Mientras avanzábamos vi el papalote en el suelo alejarse y mi esperanza creció.
Quedaba poco alimento y ascendíamos por una ladera. Había una gran montaña nevada delante de nosotros. Era gigantesca y podía ver águilas volar en lo alto.  Había riachuelos de agua clara y fría bebimos hasta saciarnos y comimos lo poco que nos quedaba de alimento. Ascendimos lentamente y cada vez la temperatura era más fría. Rasgamos las maletas para forrar nuestras piernas y brazos.
La nieve era más espesa y profunda y al poco tiempo comenzó a nevar. Faith tenía la cara roja y las cejas llenas de nieve. .-Vale la pena- me pregunto y yo le respondí jadeando de cansancio -no tengo nada más que esto- respondí.
Avanzamos y se había generado una ventisca que helaba los huesos. La visibilidad era casi nula Faith casi resbalaba y yo trataba de ayudarla.
En una hondonada entre árboles me hice a la izquierda para librar un arbusto y Faith se movió a la derecha y de repente escuche un grito desgarrador a mi espalda. Voltee y la vi tirada retorciéndose de dolor y le dije -¿qué pasa?- Pero alcance a mirar que ella había caído en una trampa para osos. Trate de abrirla con todas mis fuerzas, me esforcé pero estaba agotado y la trampa era fuerte, pesada y devastadora. Vi sangre escurrir en la nieve y Faith me dijo –hasta aquí he llegado amigo mío no puedo más, este es tu camino y trate de apoyarte hasta donde pude-, -pero no puedo dejarte-respondí-, -has sido la única que creyo en esto, la única que creyó en mí y me acompaño en esta travesía incierta-. Mirándome ella con sus grandes ojos grises –No amigo mío tú fuiste el que creyó en mí siempre estuve a tu lado pues no dejaste de creer en mí. Pero ahora depende solo de ti encontrarla recuerda que muchas veces lo que buscamos está más cerca de lo que crees inclusive dentro de ti-.
Que quería decir con eso no lo entendí de momento sin embargo Faith se desvanecía y me dijo ve amigo mío, ve y desfalleció. Camine más adelante y voltee solo vi el cadáver de Faith irse cubriendo por la nieve.
Llegué a lo alto de la montaña la ventisca descendía y alcance a ver una ranura detrás de un risco avance lo mas que pude y entre en esa ranura. El aire estaba tranquilo. Era un espacio pequeño iluminado por la luz de un sol nublado solo había nieve esparcida como fina sal.
No había salida más que la ranura por la que entre. Sollozando me hinque y me sostuve con brazos cansados. -No hay nada- me dije -no te he encontrado aquí tampoco- Me tire en el suelo boca arriba y lamente mi gran tragedia. El silencio era absoluto, tanto que solo podía escuchar los latidos de mi corazón.
De repente sentí un aroma que se esparcía por el aire, era puro y fresco. No era el olor de la montaña. Este aroma era dulce y suave. Envolvió el pequeño espacio. Me senté y me deleite con él, era una fragancia que había respirado antes y sentí como aceleraba mi palpitación. Cerré mis ojos y permití que penetrara hasta el fondo de mí ser.
Cuando abrí mis ojos me encontraba en una casa. Era blanca de madera. Entraba una brizna suave por la ventana meciendo delicadamente las cortinas. Estaba sentado en un comedor de cedro obscuro y todo parecía impecablemente limpio. Contrastaba con mis andrajos sobrevivientes de mi larga travesía.
Camine por la casa algunos momentos y entre a un baño. Lave mi cuerpo. Afeite mi barba y peine mi cabello. Encontré algunas ropas sobre una cama en una de las habitaciones.
Salí al porche de la casa y encontré un sillón veraniego de jardín con cojines blancos. Me recosté y fue allí que sentí que llegabas y recostabas tu cabeza en mi pecho, en el sur recordé tu voz hablándome al oído cuando me cantabas, en el oeste recordé las pisadas que dejabas al caminar, en el este recordé a tu sombra cubrirme cuando te erguías para abrazarme. Recordé en el norte el aroma que dejabas en mi cuello y en mi ropa cuando partiste de mi mundo.
Faith me había dicho que lo que buscaba podría encontrarlo en mi interior y así fue. Seguí los recuerdos y las memorias que dejaste en mi corazón después de tu partida y sé que en este mundo ya no te hallaré pero si dentro de mí gracias a todas esas memorias que dejaste en mí.
Lentamente vi como se hundía el sol tras las nubes del atardecer en un día de marzo.

Faith siempre pregunto ¿vale la pena? y yo solo puedo decir que vivirte vale la pena.

miércoles, 23 de mayo de 2012

Los hombres viven del olvido

"Los hombres viven del olvido”
Thomas Stearns Eliot

En un futuro no distante…

Día 1

Desperté no sé cuándo y no sé dónde. Mis ojos trataban de enfocar el espacio donde me encontraba. Me hallaba desorientado lo último que recuerdo es la puerta de mi casa y mis fuerzas se desvanecían, me sentía agotado como si hubiera luchado con titanes sin embargo sabía que había perdido esa batalla. Me hallaba desnudo y no sentía ni frio ni calor, solamente el espacio y yo. Todo era blanco un espacio liso, superficies pulidas. Apenas para moverse, en la esquina había un pequeño corte anguloso con un agujero por la altura supuse que era un retrete. Paredes inescapables, blancas y altas hasta un espacio que dejaba ver un cielo nublado sin embargo no podía sentir aire correr, ni escuchar sonidos. Apenas pude levantarme me sostuve en las paredes hasta llegar a sentarme en el pequeño retrete. Respire profundamente y mi cabeza daba vueltas. Mis labios estaban resecos y en mi mente emergió la palabra SED. Al instante una pequeña puerta cerca del piso se abrió y apareció un vaso con agua. Así nada mas sin impulso sin movimiento solo apareció, tuve mis dudas sin embargo la resequedad de mi boca no me permitió cuestionarme más y simplemente satisfacer mi necesidad. Había dudas ¿dónde me encontraba?, ¿qué hacía ahí?, ¿qué me había pasado?, todo era confuso y simplemente me tire al suelo y me desvanecí…

Día 2

Todo estaba perfectamente limpio, no había irregularidades estructurales, fisuras, suciedad… Enfrente de mí se encontraba una superficie negra, como la obsidiana, pulida y lisa. Era negra, no se podría pensar que era una ventana, aun que mostraba ser un cristal negro era muy fuerte, irrompible y solido. Podía ver mi reflejo perfectamente mi mirada mostraba cansancio y desesperación sin embargo sabía que lo único que podía hacer era esperar no había mucho que indagar en ese momento. Intente recordar lo que había pasado pero me era imposible aun había secuelas de lo que me habían hecho y no podía enfocarme en mis recuerdos del otro día.

Día 3

Mi estomago me recordó que aun seguía vivo y de mi mente emergió la palabra HAMBRE y de repente una vez más la pequeña puerta se abrió y apareció comida. Era extraño según mis cálculos era el tercer día y apenas había sentido hambre, tal vez estaba en shock y no había percibido lo vacio que tenía el estomago. La comida era de mis predilectas. Estofado, puré de papa, salsa y verduras asadas. Nunca fui de refinado gourmet pero estaba hambriento y era lo que había pensado en ese momento. El olor me era tan familiar me recordaba aquel restaurante al que iba después del trabajo. Era una cabaña en medio de la gran urbe, no puedo olvidar el peculiar aroma a madera barnizada el sonido de los cubiertos golpeando los platos y el murmullo de las personas. Termine de comer y deposite los trastos sucios cerca de la puerta en una distracción desaparecieron. Mientras mi cuerpo digería note en la pulida pared unas letras que no había visto antes. Eran de metal brillante, como lijado, no era muy claro lo que decían “El olvido es la libertad”. Medite esa frase más no le encontraba sentido.

Día 4

Trate de recordar que había comido el día anterior pero me era posible, solo sabía que era algo que había vivido en mi memoria muy bien y que tenía un significado simple. Sin embargo no pude recordarlo por más que me esforcé simplemente se había desvanecido. Yo era un hombre de viajes largos que tenía que movilizarme de ciudad en ciudad conociendo personas, detalles y datos. Procesar y crear proyectos, ideas… innovar. Decidí pensar en ti. Quería recordarte y rememorar lo que habíamos vivido. Recuerdo el día que te conocí, estaba yo en mis asuntos, mi mente en sus asuntos, mis manos en sus asuntos y de repente solo de repente me tope contigo. Tu en lo tuyo con esos ojos radiantes, hermosos y ocupados. No sabía que admirarte primero los ojos o tu cabello pero lo que si elegí fue dejar de ocuparme en lo mío y dedicarte ese instante pues me lo estabas robando con toda mi autorización. Y créeme, solo créeme no cualquier ser vivo me robaba así la atención. Aun recuerdo como se movía ese cabello obscuro al compas del viento, solo pude decirme a mí mismo ¿esto es real o solo una alucinación del exceso de trabajo?, tal vez alguien puso algo en mi bebida pero esta era la alucinación más hermosa que había tenido. Metido en mis recuerdos no percibí que el gran muro negro estaba moviendo sus reflejos.

Día 5

No sabía que había soñado ayer pero había sido algo que me había reconfortado. Me había alejado de mi realidad por un gran instante y viaje a otro lado donde las cosas parecían irreales solo me quedo la sensación pero no podía recordar que había sido. Me era extraño tenía el sentimiento de que había perdido algo pero no recordaba que, algo me preocupaba. Sin otra cosa que hacer decidí tratar de encontrar esas memorias perdidas. Recuerdo mis intentos por acercarme a ti, ya no había manera en que no pensara en ti. Pensaba utilizar papel y lápiz, o tal vez emplear lo que las nuevas ciencias nos habían traído. ¿Cómo puede un hombre sencillo tocar un sueño?, ¿cómo se puede percibir un aroma dulce sin perderlo en el viento?. Muchas veces creí estar preparado para todo pero en un instante las palabras podrían ser torpes, los sentimientos confundirse, las acciones desatarse y tal vez, solo tal vez cometer un error. Yo solo quería invitarte una taza de café y tú dijiste dulcemente que no. Yo solo quería hablar y decir mucho y tu solo me dijiste ya será en otra ocasión. Ese día dormí como si un amanecer se diera en el mismo momento en que anochecía. Una victoria se aproximaba disfrazada de una derrota.

Día 6

Lloraba recargado en el muro sabía que había perdido algo y no sabía qué. Me era desesperante tratar de recordar y simplemente toparme de frente con un gran espejo negro que reflejaba a un hombre desahuciado por saber que estaba perdiendo.

Día 7

Había un lago en las montañas. Eran vacaciones, las nieves se habían ido y yo me encontraba en ese sitio tranquilo. Podía ver como se reflejaban las cumbres nevadas en el agua. La sensación del aire limpio me recordaba cuando exhalabas cerca de mi oído, recuerdo que cuando nade en ese lago sumergiéndome como cada noche lo hacía en ti, aguas tranquilas y una calma infinita. Era un goce explorar las profundidades y encontrar esos tesoros ocultos traducidos en sentimientos. No podía esperar un día más regresar a casa para encontrarte una vez más.

Día 8

La vida me corría lentamente hacía una alcantarilla, ya no sabía qué pasaba. Si estaba loco, si estaba vivo, si estaba muerto… Vivía una realidad y una mentira pero ya no sabía en cual me encontraba. En un mundo de memorias que se perdían lentamente o una realidad imaginada, dura, cruel y fría. Todo reflejado en una obscuridad rígida. Cuando me encontraba en ese cuarto blanco simplemente me repetía una y otra vez esto es no es real, esto no es real, esto no es real estoy muerto pero me resisto a aceptarlo…

Día 9

Estabas desnuda, acostada mostrando tu cuerpo en todo su esplendor. Te observaba recargado en la ventana, hipnotizado preocupándome por el futuro ¿cuánto duraría esto? ¿Cuánto se puede ser feliz en esta vida?

Día 10

Un sonido de cuerdas resonaba en mi cabeza, era un rasgueo suave y sincronizado. Me sentía sereno, sabía que mi mente se desmoronaba sabía que si recordaba algo mas lo perdería para siempre. Era con un último suspiro antes de morir, como si sintieras como la vida fluye por última vez en tus venas, como el último suspiro sabiendo que dejaras de sentir. Recordé el día que te fuiste, era una mañana gris como el cielo que se alcanzaba a ver desde mi ventana. No hubo un adiós, no hubo despedidas, besos o abrazos. Simplemente te desvaneciste lentamente y yo no podía ofrecer mucha resistencia solo por el instinto de supervivencia. Quería detenerte, quería que no te fueras, que regresaras pero ya no eras parte de mi mundo pues deseabas pertenecer a otro lugar. Querías volar libremente de mis manos y no voltear nunca. Lentamente me levante y camine hacía el espejo y vi como en los reflejos cambiantes de ese gran espejo negro se deslizaba en finas cuerdas dispersándose hasta formarse tu rostro. Tus cabellos se deslizaban sin dejar ver tus ojos y vi como abriste tu boca, puse mi mano encima de tus labios y lentamente te sentí una vez más. No era ese espejo negro, rígido y frio más bien era a ti a quien podía sentir. Ya no recordaba lo que había vivido a tu lado pero podía sentirte una vez más. Una puerta se deslizaba hacia arriba lentamente a mi costado con una brillante luz emergente. Conforme se abría tú te ibas desvaneciendo lentamente como tu caja lentamente se hundió bajo la tierra. Solo existías dentro de mí, en mis entrañas en mi corazón. No podía quitar mi mano del espejo negro en el que me sumergías lentamente. ¿Por qué se debe forzar a alguien a olvidar cuándo las memorias nos hacen retroceder a lo más sagrado que tenemos? Todos los momentos que te tuve conmigo ese lago entre las montañas, aquella mañana en el campo sintiendo la brisa matutina, aquel día junto al mar escuchando las olas llegar y desaparecer, aquel atardecer junto a la carretera, aquella tarde que observaba tu ventana y sentía como las gotas de la lluvia golpeaban mi rostro. Aquel día que te descubrí o aquella noche que te entregaste a mí. De qué sirve la libertad sin memorias y sobre todo el camino ya recorrido, una vida con amnesia eterna entregada a una vida vacía y sin conciencia. La puerta estaba abierta en su totalidad y fue cuando elegí. Elegí la memoria de tus dedos entre los míos, tus pequeñas manos acariciando mi rostro, mi nariz hundida en ese mar de cabellos obscuros, elegí morir en tus memorias pues me canse de vivir en el olvido. Mi mano comenzó a hundirse lentamente en tu imagen y poco a poco entre en ese espejo. Sentí tranquilidad, solo tranquilidad y paz en mi corazón. Alcance a decirme esto es real, esto es real, esto es real… estoy listo.

viernes, 16 de septiembre de 2011

Knock me out…


Un hombre despertó en una tarde azul. En su habitación había una ventana grande con una terraza que daba al mar, las estrellas acompañaban una luminosidad emitida por el gran astro lunar. Él se encontraba desnudo y su cuerpo húmedo reposaba después de dormir unos minutos.
La cama era amplia y sobre la cabecera se encontraba coronada por un gran cuadro de un hombre de Vitrubio, efigie de la perfección matemática humana.
Un brizna marina suave entraba por la ventana moviendo las persianas en un compás lento y suave. El hombre miro a la ventana y una figura recargada en el marco escudriñaba el océano. La figura en su postura proyectaba una sensualidad única. Si piel desnuda delataba una piel suave y la luz reflejaba un color moreno. De su espalda caía una hermosa cabellera castaña tal cual una cascada abundante. Recorría su espalda desde los hombros hasta su cadera.
Sus ojos obscuros tenían una mirada perdida en el horizonte. Ella aun sentía las huellas de las manos de él recorriendo su cuerpo. Esas manos grandes y fuertes habían surcado hasta lo más recóndito de su profundidad femenina.
El observaba el hermoso cuerpo desnudo en el que se había sumergido y que por más veces que lo había disfrutado no podía dejar de saciarse de él, cada día amanecía con el olor de ella en su cama provocándole una erección matutina.
Él la había devorado con exquisita delicia, le gustaba morder sus labios. Le gustaba tocar sus piernas y sentir ese par de columnas griegas rodearlo y apretándolo exigiendo una pertenencia única y salvaje. Un sentido de posesión que desconocía y que aun así no podía ignorarlo.
Sentimientos abordaban el corazón de él, sentimientos abordaban el corazón de ella. Pero ese sentimiento era un grito ahogado por conveniencia, por legalidad, por reglas, por normas que ambos estúpidamente seguían. Todo en aras de la supervivencia.
El hombre al no poder aceptar lo que sentía introdujo su mano bajo la almohada, la cacha de una pistola tímidamente se asomó. La chica mirando la luna con sus manos en el pecho entre sus dulces pechos sujetaba una daga que ya tenía escrito el nombre de él en su hoja…

viernes, 10 de junio de 2011

El Globo Azul


Los árboles se mecían lentamente al compás de la brisa marina que llegaba de la costa. El gran mar Índico ese día se veía azul profundo haciendo que las pequeñas barcas de los pescadores resaltaran con la luminosidad del sol.
Una niña estaba costada sobre el pasto verde. Atenta miraba las nubes, escudriñaba con su mirada las diferentes formas que se hacían en el cielo. Una mano, una cebra, inclusive juraba haber visto un león. Sus ojos obscuros miraban con una curiosidad digna de la niñez esas extrañas formas.
Su vida era apacible. No tenía temores, no sabía ambicionar, no sabía odiar, no sabía que era el egoísmo, pero sobre todo no sabía que era perder algo.
Recogió sus piernas y sentada miro el mar. La tierra roja circundaba el pasto verde en el que ella estaba. La fertilidad parecía cuidarla del mundo y la libertad se esparcía en una inmensidad única.
A lo lejos noto una extraña hilera de camiones verdes. Se movían en línea recta mostrando una rigidez no comprensible para ella. La hilera de vehículos se detuvo cerca de la villa donde ella vivía. Su curiosidad creció al ver descender personas. Portaban uniformes del mismo color de los camiones. Ella se levantó y comenzó a acercarse. Corría rápidamente para saber qué era lo que ocurría en su villa.
Al llegar observo detenidamente los vehículos. Eran grandes y portaban símbolos desconocidos para ella. Observo a los hombres que se movían de un lugar para otro. Uniformes verdes por aquí y por allá. Sin embargo aún por encima de la disciplina que estos mostraban noto algo que no encajaba en el cuadro que observaba. Había una figura esbelta. Lentamente con un poco de temor pero no lo suficiente para perder la curiosidad la niña se acercó. Notaba que el jefe de la villa hablaba con lo que parecía ser una mujer. Era muy diferente a lo que ella concebía como una mujer. Su cabello era rubio, sus ojos eran grandes y azules. Su nariz era pequeña al igual que su boca. Sus dientes era blancos y su sonrisa era agradable, reflejaba confianza que tranquilizaba a la niña. En uno de los brazos la mujer tenía un rectángulo con tres colores: azul, blanco y rojo…
El jefe de la villa que hablaba el idioma de los blancos. Daba muchas explicaciones acerca de algo pero la niña no entendía qué. La mujer señalaba lugares en una hoja que mostraba líneas y dibujos y el jefe simplemente negaba las cosas con la cabeza.
La mujer decepcionada se dio la vuelta y se sentó dentro de uno de los camiones. La niña se acercó y al mirarla la mujer noto su presencia. Una cálida sonrisa se formó en su rostro y comenzó a hablarle en una lengua que la niña no entendía. La mujer sonrió de nuevo y comenzó a buscar algo en los asientos traseros del camión. Saco una pequeña maleta verde que tenía el mismo rectángulo tricolor del uniforme de la mujer. Saco un pequeño hule azul y lo puso entre sus labios. Comenzó a soplar y a soplar, los ojos de la niña crecieron de admiración al ver que lentamente comenzó a crecer una esfera azul. Rápidamente la mujer hizo un nudo que sujeto a esa esfera. Saco un cordel de la misma maleta y se lo ato. Extendió su mano entregándoselo a la niña.
La niña estaba extasiada. Jamás había visto algo así, era ligero y al jalarlo hacía abajo regresaba hacia arriba. La niña sonreía de emoción al conocer esta cosa extraña que le generaba felicidad. La mujer al contemplarla sujeto el pequeño rostro de la niña y señalo esa esfera que la niña contemplaba y pronuncio una palabra extraña: globo.
Cerró la puerta del vehículo y los hombres subieron al instante y así como habían llegado se fueron.
La niña corría felizmente con su globo era del color del mar, era del color del cielo, era del color de los ojos de la mujer, era del color de la basta inmensidad que la rodeaba. Ella era feliz y sujetaba ese globo que parecía haber cambiado su vida para siempre.
Al llegar a casa sorprendió a mamá con su globo. Llego la noche y la niña acostada en el suelo de tierra miraba a la luz de una vela su gran globo, su gran regalo y no podía pensar en otra cosa. Poco a poco la niña fue cerrando sus ojos hasta que mamá entro y apago la vela.
Al otro día muy temprano la niña salió de su casa con su globo. Mamá estaba molesta porque no había tomado su desayuno pero la pequeña no tenía nada más importante que su globo. Corría hacia el mar y corría de alegría. Sin darse cuenta había una roca en el camino y la niña tropezó y cayó por el suelo. Un dolor agudo la aquejaba pues se había golpeado su pierna. La sangre broto sin embargo eso no le importaba inmediatamente miro buscando su globo pero este no estaba. La niña comenzó a llorar desesperada. ¿Dónde está mi globo? De repente algo la hizo mirar hacia arriba. Su globo estaba allí estaba suspendido en el aire y comenzaba a subir más y más. La niña se levantó y brincaba tratando se sujetarlo, mi globo, mi globo. Sus ojos llenos de lágrimas reflejaban su dolor al ver como su gran regalo le era arrebatado. Vio como el globo se elevaba más y más por los aires hasta perderse en la inmensidad celestial sin poderse detener. La pequeña niña ahora sabía lo que era perder algo…
La tierra roja mostraba huellas. Huellas de los vehículos que habían estado hace un día allí. Un papel lleno de rayas y números estaba tirado. Tenía un nombre encerrado en un círculo rojo que marcaba una ubicación. En el idioma de la niña se entendía como “Montaña Luminosa”, en el idioma de la mujer se podía leer Kenya.

viernes, 30 de julio de 2010

Como Soldado Caído

Complejo es el devenir del hombre por este mundo. Los caminos van y vienen haciéndonos adentrar en una aventura existencial que nos hace más ingenuos o más sabios.

Hoy una valiosa lección aprendí. Aprendí que la victoria y la derrota muchas veces van de la mano. Hoy tuve la derrota de una victoria que me costo dos años, dos años de anhelos, de sueños, de esperanzas. Volé alto y mientras volaba respire un aire divino, un aire que incitaba a vislumbrar cosas bellas de la vida, que por desgracias son estrellas fugaces, que como un niño, esperas ver con ansias y como un viejo tristemente vez irse sin poder detenerlas. Sin poder sostener entre tus manos por que arden y queman todo lo construido alrededor de ese sueño.

Algunas derrotas pueden pasar de largo, de hecho, hasta cuando transcurren ya están viendo como superarlas. Sin embargo hay otras con las que simplemente debes asimilar, debes dejar que ocurran. Permites que se lleven tus sueños construidos, injustamente las vez alejarse lentamente y no queda mas que aceptarlo como un soldado al que se le termino la munición, como un soldado que lo obligaron a sacar su bandera blanca, como un soldado caído al que su moral se le desvaneció.
Como cuesta decir adiós a lo que invertiste tu fuerza, tu corazón y tu amor. Como cuesta soltar las amarras del velero con el que navegaste muchas veces entre las aguas. En el que sentiste como la brisa marina arrullaba tus mejores ideales. Lo mejor de ti invertido para ser un mejor humano. Que triste es ver este barco partir en esta ocasión sin mí y alejarse para perderse en la inmensidad de una noche solitaria y estrellada.

martes, 15 de junio de 2010

Pasa y disfruta el silencio



Los martillazos se escuchaban varias casas alrededor. La obra ya cumplía casi un año y el silencio era algo que había escaseado desde que empezó. Serian las oficinas de un periódico partidista y el dueño remodelaba unos antiguos departamentos.
Debido al ahorro de cierto líquido que disolvía la pintura arraigada en las paredes, había decidido que los trabajadores picaran la pintura con sus cinceles y con esto el martilleo había sido constante por meses.
A menudo visitaba dicha zona pues trabajaba para una farmacia que entregaba los medicamentos a domicilio. Me correspondía llevarle la medicina al Señor Toss quien sufría de asma y al ser vendedor de productos online siempre se hallaba en casa.
Con el pasar de los meses notaba que el señor Toss empeoraba y adelgazaba, al grado de parecer un escuálido pececillo de lago contaminado. Su piel blancuzca y transparente, con la sombra de su barba de un día lo hacía verse mas como esos judíos de campo de concentración. Tenía una calva que acentuaba su físico de personaje salido de película de Tim Burton.
Era muy amable aun que su ermitaña vida pareciera que lo había hecho un poco desconfiado de las demás personas. Siempre que llegaba a su casa me invitaba a tomar un vaso con agua pues el calor del día me hacia deshidratarme mucho.
Mientras estaba en su casa, los escasos 5 minutos que permanecía en ella me era insoportable el sonido del golpeteo de los innumerables martillazos. Y eso se repetía cada semana que entregaba la medicina del señor Toss.
Conforme iba a las entregas notaba diferentes cambios en él. Un día note que su calva era más grande, otro día le brincaba un parpado, mas adelante un ojo lo tenía más salido. Recuerdo inclusive un día en que la lengua la tenía tan hinchada que tuvo que escribirme las cosas pues no podía hablar.
Hubo una ocasión en la que esperando el vaso de agua yo me encontraba en la sala de su departamento, encontré una nota en el suelo mientras observaba mis viejos tenis de batalla. Tome el papel pues el señor Toss tardaba en regresar.

Día 333
No soporto ya el sonido, cada noche retumba en mi cabeza. Puedo escuchar aun el metal rasgando la pared, de tajo, de golpe. Cada martillazo es un electroshock en mi cabeza. Imagino sus caras llenas de polvo, sus manos callosas sosteniendo los cinceles. Sus zapatos viejos y llenos de cal y su nauseabundo olor a sudor y cerveza.
Ríen y cantan por las noches. Son unos demonios, unos demonios de cemento y cal que apuñalan mis oídos llegando a mi alma la cual me devoran sin cesar…
Me estremecí al con semejante nota y al ver que mi cliente no regresaba me fui, dejando la medicina. Justo al salir del edificio note algo extraño, los martillazos habían cesado.
A la siguiente semana mientras preparaba el maletero de mi motocicleta, mi jefe se acerco para entregarme las medicinas del señor Toss, diciéndome – Vas a la zona del incidente- extrañado lo mire y me dijo nuevamente –si, ¿acaso no supiste? , asesinaron a 6 albañiles.- Mi rostro reflejó una admiración que ni yo mismo podría describir. –Los torturaron y los clavaron con sus cinceles por la cien en el suelo-.
Como si me hubieran puesto hielo en la nuca me dirigí a la “zona del siniestro” toque la puerta del señor Toss y este salió con una cara apacible, bañado y afeitado quien me dijo al abrirme la puerta – ¿no quieres pasar y disfrutar del silencio?-