martes, 4 de marzo de 2008

La Busqueda...




10 p.m. en punto…
Miraba el reloj de pared mientras esperaba la llamada de mis amigas para ir al antro. Jugueteaba con mi viejo zippo mientras estaba acostada en mi cama. En ese momento mi madre irrumpió en mi habitación –Hija ¿qué haces encerrada muchacha? Deberías mínimo ponerte a acomodar esta pocilga, te la pasas ahí mirando el infinito en vez de que arregles este desastre y de favor no se te ocurra legar tarde. Acomódate bien que con esa faldita escocesa que enseñas todo- Al momento entra y abre mi ventana diciendo –deja que al menos esto se ventile- apenas se da la vuelta y me levanto a cerrar la ventana de nuevo. Yo tan solo suspiro mientras en mi mente maldigo que esta bola de ingratas no se aparecen. Seguí jugando con mi encendedor y me mantuve tranquila emitiendo suspiros de aburrimiento. La verdad no tenía ganas de salir pero se trataba de una dizque “fecha especial” pues era mi cumpleaños. Mis amigas habían insistido en que se hiciera algo ya que no siempre se cumplían 21 años, dicen que en esa edad es cuando el mundo se percibe desde otro enfoque y que las propuestas matrimoniales te salen por doquier. Yo la verdad siento que es la edad en la que menos me acomodo en el “status quo” de no sé dónde.
Me levanto y observo la ventana, la noche es obscura tal como mi personalidad. Siempre fui una chica solitaria. Vivía bajo la tutela de mi madre quien siempre trataba de mantenerme ocupada ya que le habían dicho que con una hija tan inquieta se necesitaba mantenerle la mente invertida en algo. Recuerdo que en la primaria una maestra me pregunto -¿Cuántas patas tiene un taburete de tres patas?- La obviedad de la respuesta no me hacía contestar pues en mis adentros decía yo –esta pendeja no me puede estar preguntando algo tan obvio- Después de contestar erráticamente cualquier cosa y aun sabiendo yo la respuesta, llegaba a la conclusión de que mi maestra si era una pendeja. Entre la universidad, clases de música, las obligaciones hogareñas y alguna que otra escapada nocturna mi vida transcurría de una manera secuencial que a veces me hacía dar vueltas y caer en una monotonía absoluta de autentica soledad. Mi madre era una mujer disciplinada, muy recatada y siempre analizando mis pasos. Me tenía bajo una estricta vigilancia desde que era muy pequeña, más que tratar de cuidarme como que trataba de evitar que me pasara algo, como si intentara protegerme de algo que ella ya conocía a fondo y no quería que se repitiera en mi. Un error de su pasado que trataba de compensar protegiéndome. Mi madre aun que era muy sociable siempre había sido una mujer muy introvertida en lo personal y para mi desgracia siempre que intente hablar con ella acerca de mi padre nunca decía mucho, con una mirada nostálgica siempre guardaba silencio. Mi padre, alguien que siempre ha sido una figura muy enigmática para mí, alguien a quien no recuerdo mucho. Lo único que me quedo de él fue un viejo libro, una novela ficticia que narra las aventuras de un escurridizo ladrón. Lo he leído tantas veces tratando de encontrar algo que me indique más acerca de mi padre y tener una leve noción de quien fue el, sin embargo solo encuentro tres palabras escritas, bajo la frase de “te extraño”, al final de la última página con una fina letra manuscrita:
Foxtrot, Echo, Romeo
Mientras pensaba y miraba la ventana sonó mi celular. Un mensaje de Lupe. Decía que en pocos minutos pasaría por mí. Lupe andaba de colectivo de todas amistades pues le acababan de regalar su auto y con eso del estrene no había lugar al que no fuera sin su nuevo vehículo. Con eso de que acababa de finiquitar sus asuntos amorosos se la pasaba de farra buscando siempre un nuevo destino donde divertirse y mantenerse lejos de los recuerdos. De esos recuerdos dolorosos que siempre hacen perder el tiempo, que por pensar en ellos desvalorizamos lo que en realidad existe.
Me levante y me mire en el espejo. Ahí estaba yo de nuevo mi piel tan blanca que parecía foto en blanco y negro, mi melena negra con esos mechones güeros que me había hecho en las puntas del cabello, mis manos largas típicas de una música llena de pensamientos y mi estatura, mis 1.73 cm. de resignación que no me gustaba porque me sentía una gigantona junto a las enanas de mis amigas. Todo sostenido por las botas nuevas que mi jefa me había dado por ser mi cumple justo a la rodilla y justo a la medida. En menos de 10 minutos Lupe ya estaba pitando enfrente de mi casa. Tome mi chamarra y baje las escaleras. El llegar a la puerta mi madre ya estaba ahí parada tal como celadora esperando especificaciones de la hora de regreso, personas que iban a ir y lugares en los que íbamos a estar, siempre que me paraba frente a ella yo me preguntaba por qué mi estatura siempre sobresalía ante la de ella. Me despedí de un beso y me aleje de ella. Mi madre siempre con su mirada nostálgica, a veces sentía que miraba algo más que a mí. Subí al auto y salude a mis demás amigas: La Chilindrina, Lupe y Daniela. Daniela venía de comisión y estaría unos días en la ciudad, su trabajo le pagaba el hospedaje en un hotel de catego y con eso de los viáticos contábamos con buenos fondos para divertirnos a lo grande. La ciudad estaba tranquila. No había mucha gente pues eran días feriados y hacia un calor de la fregada.
Mientras nos dirigíamos a nuestro destino veía la calle y las luces de la ciudad, veía como la luna alumbraba la noche. Lupe levanto el descapotable techo de su auto. La levedad de la noche hacia sentir un aire fresco, como respirar un aire de tranquilidad que me hacia estar alerta. No lo sé pero había algo en al aire que me hacía sentir una liberación de las cargas que llevaba atadas a mi espalda, en pocas palabras me sentía libre. El golpeteo del aire en mi cara y mis cabellos aireados que ondeaban en un ritmo nocturno mientras escuchábamos a Megadeth a todo volumen.
Llegamos a nuestro destino, el antro de moda tenía pocos días que lo habían inaugurado. Al fin entramos al sitio. Las luces deslumbraban, el humo, los grandes monitores pasando las imágenes de las exuberantes mujeres de color bailando al son de lo que cantaban raperos y reggaeteros. Nos sentamos en una mesa y nos acomodamos. Lupe nos dijo que había que comprar el pomo si no nos tocaba mesa, así que todas asentimos y se pidió. Me puse a “escanear el área” a ver la gente que había por allí. La noche estaba en su punto había mucha gente de fuera. No cabe duda que los “puentes” de días feriados se aprovechan al máximo. Mientras comenzábamos alguna vaga conversación se me figuro ver gente conocida en el lugar, sin embargo no tome importancia a fin de cuentas era mi cumpleaños. Sentada tome mi postura habitual a la que mucha gente le llamaba la atención y que mi madre siempre me criticaba, mi pierna cruzada como macho y mi brazo colgado en el respaldo, no se pero siempre fue una característica mía que se me daba en automático ya que cualquiera que lo viera y lo hiciera se sentiría incomodo. De repente y sin aviso se nos aparecieron dos seres salidos de alguna mala novela televisa, si es que hay alguna buena. El más alto figuraba el personaje principal del Mundo Extraño de Jack, flaco como la tiznada y blanco como leche bronca. El otro era una pequeña versión de Bruce Wayne, al menos me llegaba como a media oreja, y con un gesto de controlador, que no se la creía ni el mismo. Los dos apestaban a loción que yo creo se las vendieron por litro pero eso si mas peinados que la reina Chavelita de Inglaterra sin corona.
El primero en abrir el pico fue el pequeñito. – Buenas noches señoritas, observamos que estaban solas y queríamos saber si podíamos compartir mesa con ustedes.- Todas nos miramos las unas a las otras mientras la chilindrina me decía – se ven monos-. Yo solo hice una mueca. El pequeñín volvió hablar diciendo –traemos compañía- y saco una botella de licor. Vaya este sí que salió cabrón nos compraba espacio en nuestra mesa con un pomo. A fin cuentas y de mala gana me hice a un lado y estos dos se sentaron. El flaco coqueteaba con Lupe mientras el pequeñín no dejaba de hacer se wey recogiendo no se qué debajo de la mesa solo para mirarme las piernas. Me vino a la mente lo que mi madre me había dicho lo de la faldita escocesa, a lo que inmediatamente cerré las piernas y tuve que exentarme de mi sentado favorito por este “corto” galán de televisa. Después de mirarme fijamente tratando de llamar mi atención me dijo -Me llamo José Francisco ¿y tu preciosa?- A lo que respondí –“centímetros más que tu”- a lo que el saco a relucir una grotesca carcajada forzada y me respondió –no me subestimes “chiquito pero rinconero”. A lo que me salió un ja que casi escupo la bebida, mientras razonaba en mi mente -lo dirás literalmente o es porque en verdad eres “chiquito en todo”-. El cuidado que se notaba en su arreglo y de su vestimenta me hacían notar en el algo familiar, se notaba que había cuidado cada detalle para verse galán esa noche, -hay mi chavo si fueras más alto no me pondría tan ruda- dije para mis adentros. El galán no se espantaba ni con raid pero en fin al cabo me entretenía con él, descorcharon la botella y la sirvieron, la chilindrina miraba a ratos a Lupe y a ratos a mí con una expresión de “y yo en que libro leo”. Considerando lo que su rostro expresaba a gritos que me dirijo al pequeño cortesano. – Hey ¿quieres bailar?- y el con una cándida sonrisa se levanto y me dio la mano. Al levantarme ho grave error no me llegaba a media oreja como había calculado si no que me llegaba al hombro. Al comenzar algunos movimientos bailábamos a paso calmado, las botas de tacón alto de mama me hacían ver gigante junto al galante caballero de la armadura rosada. Al cabo de unos minutos le hice un guiño a la Chilindrina que inmediatamente llego y se metió tal cual pececillo lleno de buena vibra, después de algunos zarandeos y tratar de que él se mantuviera observando a la chilindrina, me fui apartando y corrí hacía la barra.
Después de respirar un poco pedí una cerveza obscura y me puse a saborear la cebada fría mientras corría por mi garganta. Era demencial ver el juego de sombras y texturas que había en todo el lugar. No sabía cuál era la próxima sorpresa. De repente comenzaron a poner música más agradable, un poco de Amy Winehouse no le hacía daño a nadie. Observe mis manos y contemple mi cicatriz en el dorso de mi mano derecha, me la había hecho tocando el arpa ya que una de las cuerdas estaba muy estirada y no soporto mas la tención haciéndome una pequeña incisión sin embargo profunda, muchos golpes de la vida se ven leves pero son muy profundos pero al igual que mi cicatriz a veces sanan aunque otras veces no. Me comencé a relajar cuando una voz gruesa vino de al lado, al momento de voltear había escasa iluminación y solo pude ver lo blanco de un par de ojos y unos dientes. Un moreno de coleta me hablaba. Aun que tenía una sonrisa muy agradable mostraba carencia de perspicacia así que solo me limite a medio escuchar lo que trataba de decirme. – Hey linda. ¿Qué hace una mujer tan sola en la barra?, con semejante belleza no deberías estar sola- y yo dije –y que ¿tu vienes a mi rescate?- -algo así- me respondió. De momento el negrito iba bien, hasta que comenzó a lucir su musculatura que para su desgracia no podía admirar ya que su piel al igual de obscura que el suelo y con semejante iluminación antrera solo veía un bulto de brazo. Suspire y apure mi bebida, antes de que este negrón comenzara a encuerárseme para mostrarme sus glúteos. Excusándome con mi eminente retorno a mi mesa, me retire deseándole que siguiera ejercitándose. Me dirigí al baño y al salir entre la bruma del humo apareció una figura esbelta. Al disiparse el humo tenía ente mí al popero que de la peor manera intentaba ser un roquero. Con una ceñida playera negra con una cruz hecha de lentejuelas, un paliacate rosa atado a una de sus muñecas, una cabellera realzada con cera y siete mil cadenas colgadas de su cinturón solo me hicieron tratar de saber que carajos era esto. El mutante en cuestión me miraba y se le notaba que me daría la “excelsa” oportunidad de dirigirse hacía mi. Se trataba del famoso vocalista del grupo del antro y se le conocía por sus excesos y de sus, posiblemente, orgías con chicas y chicos. Aun así las mocosas preparatorianas morían por este clon de Moderato y su basura auditiva. -Hola- -que onda- conteste – No sabía que había gente bonita por aquí-, (primera adulación) – pues si la hay dime donde por qué no la veo- le respondí. –Voy a dedicarte una de mis canciones, eres tan linda que te lo has ganado- (segunda adulación) yo solo respondí con mi ja de bolsillo. Este sujeto cree que con eso me tendrá encuerada en su catre al final de la noche. Al intentar llevarme tras el escenario y darle varias negativas, me detuve a observarles las manos. Me gustaban las manos de los músicos, suaves y largas. Se las cuidan mucho porque con eso expresaban su cuidado por la música. Mientras observamos el ambientado lugar, puso su espalda hacía mí y me dijo – ¿me rascas porfas? - a lo que le respondí – consíguete una puberta alocada que desee arañarte las espaldas- y me retire al acto. A paso calmo me dirigí a mi mesa. La Chilindrina seguía con “Bruce” bailando y Lupe con su “vara blanquecina”, llegue a la mesa y me puse a platicar con Daniela –que onda ya regrese de mi escape “milagroso”- a lo que solo rió. – ¿Cuántos días estarás por aquí?- y ella me respondió – solo dos, ya resolví la mayoría de los asuntos de la empresa hoy y ya mañana solo hago algunos ajustes- . Voltee a ver a Lupe y note lo ameno de su charla con su nuevo amigo, sin embargo también note que a su bebida la veía como agua ya que iba a pasos agigantados en consumírsela. Mientras observaba las demás mesas hubo algo que llamo mi atención. En las mesas de al fondo había un chico de negro, con la cabeza a rape y un par de prominentes patillas, vestía un sweater negro arremangado. Dos ojos tiernos y con mirada reflexiva enmarcados en unas tupidas cejas negras, el conjunto entero me observaba. Su mirada era tímida e inmediatamente al notar que lo observaba, disimuló el asunto volteando a otra parte. Ese chico había llamado mi atención y ni siquiera se atrevió a verme a los ojos.
Quería conocerlo, lo deseaba. Algo dentro de mí sintió que debería arriesgarme, tome unos cigarros y busque la salida del antro a “tomar aire”. Al pasar frente a su mesa solo lo observe, expresándole un “sígueme”. Salí del sitio a respirar aire limpio de toxinas, aun que lleve mi propia munición de tabiros pa’ no hacer tedioso el nervio a ver si el borreguito había entendido el mensaje. A pesar del calor que hacía sentí una ráfaga de aire tibio a mi espalda, voltee y ahí estaba el joven. Delgado, alto y con una constitución fuerte sin caer en los boludos de ESPN. Recargado en uno de los extremos de la entrada, fumaba un cigarrillo con pose de galán de los cuarenta. Emanaba una inseguridad revestida en acero pues aun que mostraba una imagen de fortaleza, se notaba otra vez esa timidez. Al fin se me aproximo y me dijo – linda noche- a lo que solo asentí con la cabeza. –No pensaba venir hoy sin embargo mis primos insistieron ya que vienen de visita y no frecuento mucho estos lugares, prefiero un bar con un par de cervezas y buena compañía- al momento sonrió. Vaya sonrisa hasta los pendejos de Colgate lo hubieran contratado. Me pregunto con una voz quebradiza que hacía notar su nerviosismo -¿cómo te llamas?- A lo que solo respondí –Fernanda- - lindo nombre, noto que no estás muy a gusto aquí, ¿también te trajeron a la fuerza?- a lo que le respondí –no, se supone es mi cumpleaños y estamos de festejo-. Mientras el aspiraba humo me dijo -felicidades, lástima que no supe si no te hubiera traído algún regalo- a lo que le respondí –no te preocupes con este par de botas que me dio mi madre es suficiente- con una mirada sorpresiva me observo y me dijo –vaya que lindo par de piernas largas- Mi cabeza reacciono y solo dije este borrego se refiere a mí como si estuviese hablando de un caballo ¿o qué? Notando la falta de agrado de su comentario se quedo callado. La pesadumbre del silencio me hizo ponerme nerviosa pensando que si tan bello envoltorio no tenía tema de conversación. Comencé a decir en voz baja las tres palabras escritas en el libro de mi papa -Foxtrot, Echo, Romeo, Foxtrot, Echo, Romeo…- él me miro extrañado y me dijo – noto que conoces el alfabeto internacional –. Lo mire sorprendida y le dije – ¿a qué te refieres con eso? - - si, tu sabes el abecedario internacional el que usan los pilotos. Alfa, Bravo, Delta, Folxtrot, etc, etc…- yo solo respondí –no, no lo conozco- -si- me respondió –cada letra al inicio de cada palabra es una letra del abecedario, por ejemplo acabas de decir Foxtrot, Echo, Romeo a lo que hace referencia a F,E,R. – Mi asombro se acrecentaba al saber que esas tres palabritas que años atrás no tenía idea de que decían me la vino a aclarar este chavo, y sobre todo que esas tres misteriosas palabritas decían Fer abreviación de mi nombre y que en mi mente las palabras anteriores a esas tres misteriosas palabritas eran “te extraño”. Un mensaje añejo que apenas me ha llegado hoy a mis 21 años. El Chavo me miraba con preocupación – ¿estás bien?- me dijo – si le conteste, solo que apenas me acorde de algo, gracias- -¿gracias, de qué?- me dijo – por serme tan útil en tan poco tiempo-. El me miro extrañado y se rasco la cabeza, en ese momento una comitiva de pedotes salía del antro. –Son mis primos me dijo, como veras soy el chofe designado. ¿Quisiera saber si podré volverte a ver?- a lo que le conteste que sí. Pidiéndome mi número telefónico se lo di y convenimos en vernos en unos días. Despidiéndonos le di las gracias una vez más a lo que puso su cara de extrañado. Subiendo a la comitiva a una vieja camioneta, volteo a verme antes de subirse levantando su mano derecha poniéndola en su pecho, luego en su boca y al final en su frente. ¿Quién diablos se despedía así? Entre al antro de nueva cuenta, muy emocionada, no todos los días se develan secretos tan íntimos. Pero para mi desgracia el panorama adentro era otro. Llegue a la mesa y solo estaba Daniela y Lupe, sin señas de el flaco tiznado, ni de la Chilindrina, ni de el nomo. Lupe acostada sobre la mesa lloraba amargamente diciendo en voz alta –soy un fracaso como mujer- y lloraba amargamente, Daniela trataba de consolarla y le dije -¿qué paso?- Daniela solo me contesto -a esta la entro la depre que a fin de cuentas espanto al chavo, la Chilindrina solo me dijo que ella no se iba sin galán y se desapareció. Lupe bebió demasiado y está totalmente ebria-. Yo solo pensé y pensé, medio sabía manejar y no traía licencia. Daniela me dijo –no podemos llevarla así a su casa, capaz que la desollan-. La cargamos como pudimos y que me la pongo de a “body guard”, dentro de la poca conciencia que le quedaba Lupe reacciono y dijo –no olviiiiiidennnn las boteyashhh- y que nos trasladamos hacía fuera del lugar. Justo al ir bajando los escalones de la entrada se me torció el pie, solo sentí un tirón que me hizo sacudirme he irme de lado. Daniela apenas si pudo con las dos, nos sujetamos de la pared y baje a Lupe rápidamente sentí como se me inflamaba y miraba a Lupe con ojos de quererla ahorcar. Le pedimos al Valet Parking el auto y subimos a Lupe como pudimos. –No podemos dejar a esta sola creo que lo mejor será llevarla a mi hotel- me dijo Daniela. Nos dirigimos hacía allá y llegamos. El botones nos ayudo con Lupe y a mí me revisaron el pie y solo me pusieron una venda. Daniela me dijo que lo mejor era que me quedara, llame a mi madre y le avise que me quedaría en casa de una de mis amigas y que llegaría a primera hora del otro día. Con mil y un reproches asintió y colgué. Nos fuimos a la habitación y bebimos lo que había quedado de las botellas. Pal susto digo…
Cuando abrí los ojos un hilo de luz se escurría por entre las cortinas. Sentía que mi cuerpo estaba unido a la cama, como si pesara una tonelada. Las sed me estaba quemando la garganta y un vacío en el estomago dominaba todo. Me quede mirando el techo de la habitación mientras ponía en orden mis ideas. Vaya no acostumbraba a beber tanto y me sentía muy mal, al fin pude levantar mi cabeza y observe a Lupe plácidamente durmiendo en un sofá junto a la cama, tal cual un manatí después de que se lo hubieran cogido. Me levante pesadamente y no vi señales de Daniela a excepción de un pants doblado que me dejo en una mesa junto a la cama. Me desperece y trate de ir al baño a asearme pues toda la habitación me daba vueltas. Después de salir de la ducha me sentí mejor, me puse el pants que me dejo Daniela y le llame a mi madre. Salí de la habitación y me dirigí al lobby del hotel. Después de salir del elevador trate de ubicar a Daniela. Pregunté por ella en la recepción y solo me dijeron que había salido. Me quede recargada en la barra de la recepción. Miraba como decía mi madre al infinito. Que era esta vida sin quedarte a contemplarla por un momento. La mayoría del tiempo vamos y venimos sin detenernos a apreciar lo que hay, lo que perdura, lo que vive y mucho menos lo que muere.
El lobby del hotel era enorme y me sentía como en película de espionaje. El gran medallón con el logo del hotel en el suelo, gente de dinero entrando y saliendo. Botones y toda la mentada cosa. Observe una sala de estar junto al lobby. Estaba muy tranquila y decidí esperar a Daniela allí, el lugar estaba muy tranquilo. Habían puesto de música ambiental Almost Cut My Hair, y yo repetía en voz baja parte de la letra,…Almost cut my hair, It happened just the other day… Seguí caminando entrando en la sala, se respiraba un ambiente sacro y la iluminación del sol entraba como cuando estás en una catedral. …It's gettin kinda long, I coulda said it wasn't in my way… Se veía la brumita del polvo cuando pasaba bajo la luz del sol y más adelante en uno de los grandes arcos de la sala observe a un hombre sentado en uno de los sillones de piel. Me acerque muy quedamente, solo lo suficiente para observarle bien sin que notara mi presencia, …And I'm not feeling up to par, It increases my paranoia… Solo alcanzaba a verle parte del cuerpo, un brazo, parte de la cabeza y un cruzado de piernas. Con eso me era suficiente para notar que era el hombre más pulcro que hay visto en mi vida. Traía un traje de lino café claro, se notaba unas líneas muy bien planchadas, un par de zapatos muy bien lustrados como de gober del Estado. Su mano era fuerte, larga, blanca con un anillo dorado que no tenía marca alguna y que sostenía soberbiamente un habano recién encendido. Por la textura de la piel de su mano se notaba un hombre ya maduro que sentado en ese sillón parecía un viejo dios caído del mismísimo Olimpo. Sobre la mesa frente a él había un sombrero que combinaba perfectamente con su traje, un whisquey en las rocas y un zippo dorado. De repente dejo el habano en un cenicero y colgó su brazo en el respaldo del sillón. El olor del habano dominaba el ambiente. Entraba en mis fosas nasales y me hacía sentir un éxtasis ante el fascinante ser que estaba ante mí. No sabía si la cruda aun me dominaba o que era lo que me pasaba pero sentía que mi corazón latía con mucha fuerza, la canción rebotaba en mi cabeza como un sonido lejano en un espacio muy abierto. Observe que Daniela estaba hablando con él y se reían constantemente. Se despidieron y ella se dirigió hacia mí. – ¿Estás bien?- -sí- respondí. –Que bien. ¿Conoces al hombre con el que hablaba? Es muy agradable- -Sí- respondí de nuevo. -Es mi padre-.