sábado, 21 de marzo de 2015

En alguna parte…

La fe (del latín fides) es la seguridad o confianza en una persona, cosa, deidad, opinión, doctrinas o enseñanzas de una religión.  También puede definirse como la creencia que no está sustentada en pruebas, además de la seguridad producto en algún grado de una promesa.

Me desperté en una madrugada cálida sudando en frío. El sol aun no aparecía en el horizonte me senté en la cama y limpié mi frente húmeda con el brazo en ese momento me preparaba para mi travesía.
Faith mi compañera de viaje llegó minutos más tarde; sus grandes ojos grises me miraban mientras yo terminaba de hacer mi equipaje. Su cara era bondadosa y su cabello negro enmarcando una cara redonda y blanca.
Era la única que había atendido mi llamado pues todos decían que mi viaje era innecesario, inútil y que estaba destinado al fracaso.  Yo no escuche a nadie a veces mientras hacia mi maleta sentía que estaba perdiendo fuerza sin embargo Faith tomo mi mano y preguntándome me miro -¿vale la pena esto?- en un suspiro conteste –lo vale-
Sur
Primero te fui a buscar al sur donde estaba el desierto. Era imponente, grandioso y magnificente nunca había visto tanto espacio agreste, seco y deshabitado. Caminamos arduamente sintiendo la arena caliente bajo los pies, administramos el agua mejor de lo que pudimos para que no escaseara.
Una tormenta de arena se aproximaba avanzando hacia nosotros. Pensé en cambiar nuestro rumbo sin embargo comencé  escuchar un sonido lejano, poco a poco lo comencé a identificar me era muy familiar. Faith me miraba con sorpresa y me decía -¿qué ocurre?- a lo que solo conteste –es su voz-.
Era tu voz la que escuchaba y comencé a correr ya que provenía de la tormenta. Corrí y corrí hasta adentrarme, Faith iba detrás de mí y vi como su cabello se agitaba con la fuerza del viento. Cubrimos nuestro rostro para poder caminar dentro de la tormenta, la arena nos penetraba los ojos y oídos pero aun así nos desistíamos. Camine avanzando lentamente y Faith se sujetaba de mi hombro para tratar de seguirme el paso.
Aun bajo el sonido ensordecedor de la tormenta escuchaba tu voz sabía que eras tú y que estabas allí. Caminamos por horas y el agotamiento se sentía la tormenta no me dejaba avanzar. Faith me halo de la camisa y me dijo -ella no está aquí- y muy a mi pesar solo escuche como se desvanecía tu voz en el viento de esa tormenta la cual no pude vencer. Finalmente me di por vencido  en el sur no te encontré.

Oeste
Nos dirigimos al oeste en nuestra travesía en el sur perdimos algunos pertrechos sin embargo en un pequeño mercado de beduinos pudimos comprar algunas cosas con las monedas de oro que tenía.
Llegamos al gran llano del oeste, donde solo había vegetación seca y algunos árboles. Todo era plano sin montañas, sin laderas, sin ríos sin esperanza.
Comenzamos a caminar sin un rumbo fijo tratando de hallar algún indicio tuyo sin embargo nada aparecía. Algunos momentos más tarde encontré huellas y por el tamaño supuse que eran tuyas. Antes de seguirlas Faith me preguntó -¿vale la pena? Y yo conteste firmemente –lo vale-.
Sin abandonarme ella me siguió mientras yo analizaba las marcas. Eran del tamaño de tus pies y sabía que de una u otra manera eran tuyas. Comenzó una lluvia y empezó a humedecer toda la pampa mire a Faith y le dije –el rastro, se va a perder-. Me esforcé por no perder el rastro sin embargo llegó un momento en que ya no podía ver tus huellas. Regresé para retomar la ruta que supuse habías tomado pero se estaba perdiendo con la lluvia.
Entre en pánico rasque la tierra y el pasto para no perder las marcas sin embargo la lluvia comenzó a inundar el valle desesperado grité pero solo vi como mis manos se hundían en el agua y el rastro se perdía para siempre. Faith preocupada me miró.
Después de caminar por senderos encharcados caminamos hasta sentarnos debajo de un árbol. Faith con su cabello enmarañado me miro –creo que hoy no es uno de los días en que puedo decir que luzco de maravilla- se me escapo una pequeña sonrisa y ella me golpeo levemente en el brazo.
Me percate de que estábamos junto a unas vías del tren, estaba atardeciendo y el cielo se veía naranja. Contemplábamos una naturaleza silenciosa y sentimos como el agua de la lluvia se evaporaba formando neblina.
De repente escuchamos el silbato de un tren. Faith se levantó y me dijo -mira ese tren va con dirección al este, podemos treparnos- -vamos levántate-. Yo un poco renuente la miré y le dije –-cómo puedes querer correr- y ella me dijo -debes tener fe mi amigo-.
Nos preparamos para saltar el tren, ella corrió primero y se trepo por unas escalerillas yo le avente nuestras maletas y corrí -¡vamos¡- me grito y corrí con toda mi alma. El recuerdo de tu sonrisa me hizo corre más fuerte como nunca lo había hecho y logre treparme. En el oeste tampoco te encontré.



Este
El tren avanzo sin detenerse ante nada ni nadie pareciera que estaba dirigido por los latidos de mi corazón. Avanzaba la maquina la rigurosa, implacable, indetenible. Sentía en ella el poder de la creencia.
Comenzamos a ver zona costera. Se sentía la brisa del mar y podíamos ver las olas a lo lejos estrellándose en rocas y algunas llegando suavemente a la costa. El tren bajó el ritmo y pudimos saltar para caminar hacia la costa.
Estaba ahí el vasto mar enorme, azul, limpio y arrogante. Dentro del mar vimos unas antiguas estructuras metálicas, eran altas y esbeltas. Oxidadas por el tiempo eran como pequeñas cabañas de metal distribuidas como alfileres en un gran alfiletero azul.
Había un viejo bote en la orilla del mar y Faith y yo lo abordamos. Remé mientras ella buscaba con su mirada algún indicio que indicara si estabas ahí. –Mira- me dijo -¿qué es eso que se mueve?- alcance a ver una silueta obscura que se movía rápidamente. Era tu sombra ¿cómo olvidarla?. Faith giró su cabeza y mirándome me dijo –será difícil alcanzarla ¿vale la pena?- seriamente le dije –lo vale-. Remé lo más fuerte que pude y ella me indicó que tu sombra se había metido en la ventana de una de las estructuras.
Acerqué el bote a uno de los pilares e inmediatamente escalé la vieja y oxidada estructura mientras Faith amarraba el bote. Subí hasta llegar a la parte alta, entre al espacio olía a sal y humedad había goteras. Revisé cada rincón del espacio pero no estabas allí.  
Minutos después Faith subió mientras yo me encontraba sentado en el suelo lamentándome por no poderte encontrar.
Faith se sentó  al  lado mío y me abrazo. Sabías que el camino sería difícil amigo mío y que hallarle no te sería nada fácil. ¿Por qué cuesta tanto amiga? ¿por qué? Ella mirándome con su dulce rostro solo me contestó -porque en la vida siempre tendremos búsquedas para hallar las respuestas- la vida es un camino al aprendizaje, a la sabiduría-. Mis ojos cristalinos se resistían a llorar y Faith prosiguiendo me dijo – observa esta ruinas, es lo que quedó de los esfuerzos de otras personas que fracasaron en su búsqueda y trataron de sobrevivir con una voluntad endeble perdiendo la fe-.
Medite en lo que Faith me decía ella se levantó y mirando la ventana me alertó –diantres amigo se acerca una tormenta- rápidamente me levante y miré vi a la distancia densos nubarrones combinándose formando una masa negra que disparaba terrible relámpagos. -¿cómo escaparemos de esa moustrocidad?- pregunté y Faith me dijo -para esto me he preparado amigo mío-.
De su maleta sacó rápidamente unas telas ligeras y rápidamente las desdobló, -tenemos que subir al techo, ayúdame con las varillas- me dijo.  Rápidamente desplegamos las telas ligeras y desdoblando las varillas armamos un papalote gigante. No podía creerlo y conmocionado le pregunte -¿vamos a poder volar con eso?- Hay mi amigo los chinos hace muchos lo hacían para volar y ver el campamento del enemigo. Este será para escapar de aquí. Sentía como vientos fuertes provenían de la tormenta y amarrándome de la cintura me pregunto -¿estás listo?- y yo incrédulo le conteste –creo que si- , -muy bien y contando a la de tres nos abalanzamos al vacio, -una, dos y treeees-. Cerré los ojos cayendo libremente sentí como el aire nos impulsaba hacia arriba la tela ligera del papalote se inflaba y volábamos, simplemente volábamos.
Sentí el aire acariciarme la cara me hizo recordar tus manos suaves y como las ponías en mi cara al sentir mi sonrisa. Pude recordar cuando me trasmitías amor al solo tocarme. En el este no te encontrabas pero te sentí cerca.
Norte
Podía ver la sombra del papalote avanzar sobre pinos, rocas y nieve. Surcábamos el aire pero se hacía pesado y debíamos descender.
Aterrizamos y decidimos caminar. Mientras avanzábamos vi el papalote en el suelo alejarse y mi esperanza creció.
Quedaba poco alimento y ascendíamos por una ladera. Había una gran montaña nevada delante de nosotros. Era gigantesca y podía ver águilas volar en lo alto.  Había riachuelos de agua clara y fría bebimos hasta saciarnos y comimos lo poco que nos quedaba de alimento. Ascendimos lentamente y cada vez la temperatura era más fría. Rasgamos las maletas para forrar nuestras piernas y brazos.
La nieve era más espesa y profunda y al poco tiempo comenzó a nevar. Faith tenía la cara roja y las cejas llenas de nieve. .-Vale la pena- me pregunto y yo le respondí jadeando de cansancio -no tengo nada más que esto- respondí.
Avanzamos y se había generado una ventisca que helaba los huesos. La visibilidad era casi nula Faith casi resbalaba y yo trataba de ayudarla.
En una hondonada entre árboles me hice a la izquierda para librar un arbusto y Faith se movió a la derecha y de repente escuche un grito desgarrador a mi espalda. Voltee y la vi tirada retorciéndose de dolor y le dije -¿qué pasa?- Pero alcance a mirar que ella había caído en una trampa para osos. Trate de abrirla con todas mis fuerzas, me esforcé pero estaba agotado y la trampa era fuerte, pesada y devastadora. Vi sangre escurrir en la nieve y Faith me dijo –hasta aquí he llegado amigo mío no puedo más, este es tu camino y trate de apoyarte hasta donde pude-, -pero no puedo dejarte-respondí-, -has sido la única que creyo en esto, la única que creyó en mí y me acompaño en esta travesía incierta-. Mirándome ella con sus grandes ojos grises –No amigo mío tú fuiste el que creyó en mí siempre estuve a tu lado pues no dejaste de creer en mí. Pero ahora depende solo de ti encontrarla recuerda que muchas veces lo que buscamos está más cerca de lo que crees inclusive dentro de ti-.
Que quería decir con eso no lo entendí de momento sin embargo Faith se desvanecía y me dijo ve amigo mío, ve y desfalleció. Camine más adelante y voltee solo vi el cadáver de Faith irse cubriendo por la nieve.
Llegué a lo alto de la montaña la ventisca descendía y alcance a ver una ranura detrás de un risco avance lo mas que pude y entre en esa ranura. El aire estaba tranquilo. Era un espacio pequeño iluminado por la luz de un sol nublado solo había nieve esparcida como fina sal.
No había salida más que la ranura por la que entre. Sollozando me hinque y me sostuve con brazos cansados. -No hay nada- me dije -no te he encontrado aquí tampoco- Me tire en el suelo boca arriba y lamente mi gran tragedia. El silencio era absoluto, tanto que solo podía escuchar los latidos de mi corazón.
De repente sentí un aroma que se esparcía por el aire, era puro y fresco. No era el olor de la montaña. Este aroma era dulce y suave. Envolvió el pequeño espacio. Me senté y me deleite con él, era una fragancia que había respirado antes y sentí como aceleraba mi palpitación. Cerré mis ojos y permití que penetrara hasta el fondo de mí ser.
Cuando abrí mis ojos me encontraba en una casa. Era blanca de madera. Entraba una brizna suave por la ventana meciendo delicadamente las cortinas. Estaba sentado en un comedor de cedro obscuro y todo parecía impecablemente limpio. Contrastaba con mis andrajos sobrevivientes de mi larga travesía.
Camine por la casa algunos momentos y entre a un baño. Lave mi cuerpo. Afeite mi barba y peine mi cabello. Encontré algunas ropas sobre una cama en una de las habitaciones.
Salí al porche de la casa y encontré un sillón veraniego de jardín con cojines blancos. Me recosté y fue allí que sentí que llegabas y recostabas tu cabeza en mi pecho, en el sur recordé tu voz hablándome al oído cuando me cantabas, en el oeste recordé las pisadas que dejabas al caminar, en el este recordé a tu sombra cubrirme cuando te erguías para abrazarme. Recordé en el norte el aroma que dejabas en mi cuello y en mi ropa cuando partiste de mi mundo.
Faith me había dicho que lo que buscaba podría encontrarlo en mi interior y así fue. Seguí los recuerdos y las memorias que dejaste en mi corazón después de tu partida y sé que en este mundo ya no te hallaré pero si dentro de mí gracias a todas esas memorias que dejaste en mí.
Lentamente vi como se hundía el sol tras las nubes del atardecer en un día de marzo.

Faith siempre pregunto ¿vale la pena? y yo solo puedo decir que vivirte vale la pena.

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